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017 _aPO 220-2025
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080 _a82C
080 _a841
100 _aBinard, Arthur
_eaut
_9308365
240 _aSagashiteimasu
245 _aLa espera
_c/ Arthur Binard
250 _a1ª Ed.
260 _aPontevedra
_b: Kalandraka
_c, 2025
300 _a[34] p.
_b: Con fot. cor.
_c; 27 cm.
490 _aLibros para soñar
520 3 _an homenaje a las víctimas del bombardeo atómico de Hiroshima, en la conmemoración de su 80.º aniversario. Una profunda reflexión sobre la tragedia para que nunca se olvide. En febrero de 2011 el poeta Arthur Binard y el fotógrafo Tadashi Okakura visitaron el Museo Conmemorativo de la Paz en Hiroshima para retratar cuidadosamente algunos de los más de 21.000 objetos que almacena este espacio, marcados por la bomba de uranio que cayó sobre esta ciudad japonesa el 6 de agosto de 1945, acabando con la vida de unas 140.000 personas. Así surgió «La espera», que reúne un reloj, unos guantes, un envase, un vestido… hasta catorce restos de la barbarie atómica. El autor recrea la vida de estas pertenencias y de sus propietarios anterior a la explosión del equivalente a 1.600 toneladas de dinamita, a las ocho y cuarto de la mañana de aquel fatídico día. Con un marcado propósito pacifista, algunos protagonistas de este libro son niñas y niños que, en plena Segunda Guerra Mundial, fueron obligados a trabajar derribando edificaciones como medida preventiva ante los bombardeos del ejército estadounidense. Esta obra —con traducción de Kazumi Uno, que ha llevado al japonés textos de autores como Juan Ramón Jiménez, Ana María Matute, Gustavo Martín Garzo, Jordi Sierra i Fabra…— es un homenaje a las víctimas y una reflexión profunda sobre aquella tragedia que, tres días más tarde, se repitió en Nagasaki con el lanzamiento de una bomba de plutonio que mató al instante a unas 70.000 personas y a muchos miles más como consecuencia de la radiación. «La espera» se enmarca en una corriente creativa surgida en Japón tras el desastre de marzo de 2011, cuando un gran seísmo asoló el noroeste del país, provocando un tsunami y una crisis nuclear. En un contexto distópico de miedo e incertidumbre, estas lecturas exploran las emociones humanas y plantean cuestiones de hondo calado filosófico. Aquí los objetos son narradores; dialogan en primera persona con las lectoras y los lectores sobre el sinsentido de la violencia, expresando el deseo inalcanzable de retomar las costumbres y rutinas interrumpidas por un fulgor incandescente y mortal. Precisamente, se utiliza de forma reiterada la palabra “pika-don” que, en japonés significa bomba atómica y, de forma literal, gran luz. Son artilugios huérfanos para siempre, a “la espera” de una frase que jamás se pronunciará, de un cuerpo que vuelva a darles uso, de una acción que erradique la pesadilla atómica.
521 _aESO34
700 _aOkakura, Tadashi
_epht
_9308368
700 _aUno, Kazumi
_etrl
_934526